Cuando una pareja intenta sin éxito concebir un bebé son muchos los interrogantes que van surgiendo en el camino. Es habitual que un miembro de la pareja, quizás ambos, se dejen llevar por pensamientos negativos recurrentes: nunca lo conseguiré, ¿por qué he esperado tanto para tomar la decisión de formar una familia?, todas mis amigas son madres o ya van a por el segundo, etc.
Cuando el pensamiento negativo se impone, la pareja trata de refugiarse en las actividades cotidianas (el trabajo, las tareas domésticas, los momentos de ocio...). Todo el mundo les anima a relajarse, a olvidarse del tema, a darse un viajecito romántico porque ... "quién sabe, igual te pasa como a mi prima, que tras tres años de búsqueda, cuando consiguió relajarse se quedó de forma natural en el transcurso de un viaje". ¿Quién no ha oído algo parecido?
A pesar de esforzarse en relajar su deseo de ser padres, la pareja protagonista no consigue evadirse. Ella tiene que tomar, por prescripción ginecológica, un par de medicamentos que pueden facilitar la implantación. Ahh, también tiene que tomar ácido fólico, porque es vital para el desarrollo del tubo neural del embrión. Y después de un año tomando dichas pastillas, ella resignada vuelve mes tres mes a la farmacia, no vaya ser que justo este mes se quede embarazada. Anota la temperatura basal para comprobar que su cuerpo sigue ovulando de manera regular y procura hacer todo lo posible por cuidarse y comer de forma sana por si acaso su cuerpo consigue concebir un bebé.
Él es un hombre muy ocupado. Trabaja duro por las mañanas y dedica las tardes a estudiar y formarse para cumplir su sueño de acabar una carrera universitaria. Es un hombre cariñoso, que siempre quiso tener hijos, con un encanto especial para tratar con los niños. Él siente impotencia cuando observa a su vecino, un joven de 24 años, que consciente o accidentalmente acaba de ser padre, y que prefiere pasar la tarde entera jugando con sus amigotes a la playstation mientras otros cuidan a su hijo. Su vecino se está perdiendo unos momentos maravillosos, esos que nuestro protagonista está dispuesto a vivir aunque tenga que cogerse menos asignaturas para el próximo curso o aunque tenga que renunciar a los trabajos extra que le ofrecen. Se muere porque llegue el día de llegar a casa y coger en brazos a su hijo, comerse a besos a su esposa y disfrutar de la familia con la que siempre ha soñado.
Son una pareja madura, sólida y estable, se sienten preparados para criar y educar a un hijo que se resiste a llegar. Y se sienten frustrados, a veces incomprendidos. Le dan vueltas a la cabeza para tratar de pensar qué van a hacer en un futuro si siguen así.
Han valorado otras opciones para formar una familia. La reproducción asistida ofrece, afortunadamente, esa posibilidad a muchas parejas que no logran concebir de forma natural. También han valorado los diferentes procesos de adopción nacional e internacional para llegar a la conclusión de que quizás ese es su destino.
Up, 2009.
Dedicado a Papá mimoso: t'estime!